Primero se esteriliza y luego se cierra automáticamente de forma hermética; así queda eliminado totalmente el aire de su interior.
En las industrias conserveras el alimento a envasar se prepara en grandes contenedores, se cuece según sea el producto de que se trate, y se envía a la envasadora.
Ésta llena automáticamente los tarros o botes que, mediante una cinta transportadora, son situados en la zona de llenado.
A continuación se elimina el aire del recipiente y se cierra éste.
Finalmente los envases se calientan a alta temperatura durante un cierto tiempo: el calor, en efecto, elimina los gérmenes que podrían alterar el alimento, permitiendo de esta forma su perfecta conservación durante mucho tiempo.
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